Cómo «rebotar» emocionalmente de esos momentos en que parece que todo nos sale mal
Cuando disciplinamos a los niños no se trata de hacerlo mejor que los demás, sino de hacerlo mejor que ayer. Todos tenemos esos momentos en que sentimos que no estamos a la altura de las circunstancias: nuestra paciencia no es la misma y les gritamos más rápido y más alto a nuestros hijos, usando palabras que alinean con nuestro coraje y frustración en lugar de alinear con nuestra disciplina. Frases que tratan de crear culpa en los niños como: « ¡ Siempre es lo mismo! ¡Tengo un montón de platos sucios en el fregadero y no tengo tiempo para escuchar más tonterías!» solo contribuyen a hundirnos más en nuestras propias inseguridades y sentimientos de duda. En reacción a nuestros gritos y regaños, los niños se alborotan más, los trastes siguen sin fregarse y los problemas se acumulan, en lugar de resolverse. A continuación, ofrecemos algunas sugerencias para traer calma al caos. «Pegarnos a nuestro aquí y ahora», desconectándonos del pasado (« ¡ Siempre es lo mismo!»). Debemos e