Ignorando de manera efectiva la conducta inapropiada en nuestros niños
Ignorar es una poderosa técnica para disciplinar, pero si no la usamos de manera correcta “nos puede salir el tiro por la culata”, creando el efecto opuesto al que queremos. Para que esto no nos pase, repasamos aquí algunas pautas para ignorar efectivamente las conductas inapropiadas en los niños.
- De manera anticipada haz saber a tu niña que la vas a ignorar cuando ella se porte mal, y dale ejemplos de “portarse mal”. Ejemplos pueden ser, se tira al piso, grita, se hala el pelo…
- Ten una conversación con tu niña donde le explicas exactamente lo que vas a hacer para ignorar sus rabietas. En otras palabras, clarifica el significado de ignorar. Le puedes decir a tu niña: “Hay tres cosas que yo voy a hacer durante tu rabieta: (1) (levanta un dedo) No te voy a mirar, (2) (levanta un segundo dedo) No te voy a hablar y (3) (levanta un tercer dedo) Si sigues gritando, te voy a dejar sola en la habitación… Te acabo de mencionar tres cosas que voy a hacer. Ahora, quiero que me repitas esas tres cosas en tus propias palabras”. Así te aseguras de que la niña entiende el proceso, y de ser necesario, aclaras sus dudas. Para que seas consistente, anota las tres cosas que harás mientras la ignoras.
- Por adelantado, identifica la consecuencia negativa que tu niña recibirá una vez se calme. En otras palabras, la niña recibe y cumple la consecuencia negativa cuando ya está calmada, no durante su rabieta. Le puedes decir a tu niña, por ejemplo: “Una vez te calmes, tienes que sentarte en el área del tiempo fuera por 15 minutos”. La frase, “por adelantado” se resalta con un propósito: los niños tienen que saber exactamente (a) lo que el adulto hará y (b) la consecuencia, antes de que la conducta inapropiada ocurra. Si se viola alguna de estas dos condiciones, o las dos, no podrás ignorar a tu niña durante su rabieta.
- Asegúrate de ignorar a la niña tanto verbalmente como de manera no verbal. Esto es, no voltees tus ojos hacia arriba, no suspires, ni reveles ningún otro tipo de irritación o exasperación. Demostrar nuestro enfado de manera no verbal cae dentro de la categoría de atención negativa. Atención, aunque sea negativa, es gratificante para un niño, derrotando nuestro propósito de ignorarlo.
- Una vez el periodo de ignorar concluye, continúa interactuando con tu niña como si nada hubiera pasado. Hazle saber que tú estás en desacuerdo con su conducta pero tu amor hacia ella es incondicional, esto es, no hay excusas, no hay pretextos ni hay condiciones para amarla.
- Comunica a tu niña que ella recibirá tu atención siempre que te diga lo que ella quiere, o lo que ella necesita, de manera calmada. Es importante que la niña entienda que no tiene que recurrir ni a gritos ni a pataleos para atraer tu atención.
- Espera que la conducta problemática agrave justo antes de extinguirse, así que, sé paciente, realista y sobre todo, consistente.
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Sin premios ni castigos: La ruta hacia una disciplina basada en consecuencias
En realidad, todas nuestras reacciones en la vida, positivas y negativas, son una consecuencia. Cuando entramos en la habitación de nuestro hijo y le sonreímos ampliamente porque vemos la habitación ordenada sin que se lo hayamos pedido, eso es una consecuencia positiva. Dos horas más tarde, cuando le ponemos mala cara y refunfuñamos porque encontramos sus platos sucios en el fregadero y residuos de su almuerzo sobre la mesa, eso también es una consecuencia, ahora de carácter negativo.
Cuando usamos consecuencias para disciplinar a los niños, no solo les estamos enseñando a cumplir con sus obligaciones de manera responsable, sino que también los motivamos a mirar dentro de sí mismos para reflexionar sobre cómo pueden hacer las cosas mejor en el futuro. El poder real detrás de la disciplina basada en consecuencias es enseñar a los niños que sus conductas tienen consecuencias, no solo para sí mismos, sino también para los demás, y que tienen que pensar sobre eso antes de que actúen. De la misma manera, los niños aprenden a «rendir cuentas» por su conducta una vez crearon un desorden.
El aprendizaje básico para nuestros niños es como sigue: Todo lo que elegimos hacer siempre conduce a una consecuencia, ya sea positiva o negativa. Este primer tipo de consecuencias se conoce como consecuencias naturales y ocurren de manera automática, sin que los adultos tengamos que intervenir. Por ejemplo, si está lloviendo y el niño no usa su impermeable, el niño se mojará; tan simple como eso. Desde una temprana edad los adultos podemos empezar a enseñarles a los niños importantes lecciones que los capacitarán para toda su vida, ayudándolos a concluir que tomar decisiones responsables conduce a consecuencias positivas; por el contrario, un comportamiento mal orientado con selecciones de conducta pobres es la ruta más corta hacia las consecuencias negativas. Pensar y entender la consecuencia futura, por lo tanto, influencia la conducta futura del niño. Y ese es el origen de la motivación interna y de la autodisciplina en los niños.
Al siguiente tipo de consecuencias se le conoce como consecuencias lógicas. Es a partir de este momento que la intervención del adulto empieza. Si la niña no se viste apropiadamente para el clima frío y húmedo del exterior, simplemente no sale. Si no limpia los residuos de plastilina después que terminó de jugar, el adulto lo hace, pero entonces la niña no está autorizada a usar la plastilina por dos semanas. Este es el tipo de consecuencias que usamos cuando existe un asunto específico y las consecuencias son claras. Al tercer y más complejo tipo de consecuencias se le conoce como consecuencias impuestas no relacionadas. Usamos este tipo de consecuencias cuando no nos sentimos seguros respecto a lo que podemos hacer; también cuando existe más de una infracción por parte del niño. Resumiendo, las consecuencias (naturales e impuestas) son los resultados positivos o negativos de nuestra conducta. Experimentar las consecuencias por su conducta brinda a los niños la oportunidad de pensar sobre lo que hicieron y cómo pueden enmendar lo que hicieron cuando el resultado no es satisfactorio. La fórmula no puede ser más simple: usamos consecuencias positivas para reforzar la conducta de los niños e imponemos consecuencias negativas para desalentar su conducta negativa.
No «doremos la píldora», sabemos bien que existen niños que no responden de la manera que esperamos a las consecuencias, particularmente si las mismas son desagradables para ellos (impuestas no relacionadas). Una queja común en muchos padres es: «Si ya le he quitado todo lo que le puedo quitar a mi hijo y los problemas persisten, entonces, ¿cómo lo disciplino?». En esta guía de autoayuda para padres y maestros encontrarán numerosas pautas y estrategias para estos desalentados adultos.
Ayudamos más a un niño que se siente frustrado y enojado cuando, con nuestras palabras y acciones lo apoyamos emocionalmente, enfocándolo en cómo puede manejar mejor su conducta agresiva y sus sentimientos hostiles. El mejor mensaje para darle a un niño ya agitado o consternado no es otro que: «Vamos a solucionar esto juntos». Los modelos RET y SPS introducidos en «Sin premios ni castigos: La ruta hacia una disciplina basada en consecuencias» nos orientan en cómo desarrollar destrezas para apoyar emocionalmente a los niños.
Tópicos desarrollados en esta guía
Autocontrol
Autorregulación emocional
Inteligencia emocional
Motivación extrínseca/Motivación intrínseca
Disciplina a corto plazo/Disciplina a largo plazo
Crítica negativa/Crítica positiva
Pautas para criticar/elogiar/animar a los niños
Consecuencias naturales
Consecuencias relacionadas o lógicas
Consecuencias negativas/Consecuencias positivas
Consecuencia impuesta relacionada/Consecuencia impuesta no relacionada
El uso del tiempo fuera
La suspensión de privilegios
Aprendiendo a usar el mandato alfa
Intervenciones especiales para niños que no responden bien a las consecuencias
Cuando las consecuencias impuestas no mejoran la situación: Cómo desarrollar un diálogo orientado hacia la solución del problema
Dándole apoyo emocional al niño
¡Y mucho más!
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