¡Así lo hacen los expertos! Ejercicios de respiración para serenar a los niños cuando tienen coraje

 


¿Tienes en tu hogar o salón de clases a una o varias «cabecitas calientes» (niños con pobre tolerancia a la frustración, con predisposición al coraje o que se preocupan por todo)? ¡Puedes enseñarlo a apaciguar y serenar sus emociones agitadas! Te presentamos un procedimiento sencillo con varios ejercicios de relajación que te pueden ayudar.

(Antes de la tormenta). Lo primero que necesitamos hacer es ayudar a que nuestra cabecita caliente distinga o reconozca la diferencia entre un estado emocional estresado y un estado emocional relajado o sereno. Adiestramos al niño a que se fije cómo, cuando se siente estresado, seriamente preocupado o enojado, al mismo tiempo puede notar la manera en que distintos músculos en su cuerpo se endurecen y empiezan a ponerse rígidos o tensos, entre ellos, las manos (puños cerrados y apretados), mandíbulas (apretadas), nuca (tensa), quijadas (apretadas) o el estómago (el niño puede llegar a sentir dolor físico que refleja su turbulencia emocional). Por el contrario, en un estado emocional relajado y más sereno, nuestro cuerpo en general «se suelta», empezando a sentirse menos apretado y tirante. Es importante que el niño entienda que solo durante un estado mental relajado y más calmado podemos rebatir y superar el desalentador pensamiento irracional (con creencias centrales distorsionadas, pesimistas y negativas) para poder disfrutar de pensamiento racional (con creencias centrales más certeras, optimistas y positivas) de manera de no dejarnos abatir por ningún problema, lo que permite que aprovechemos al máximo nuestra capacidad para pensar, planear y resolver el problema que en ese momento nos está preocupando (En otros momentos, puede que el mismo problema nos deje de interesar). Una vez nuestra cabecita caliente reconoce y entiende la diferencia entre estos dos estados emocionales con sus correspondientes actitudes mentales podemos moverlo al siguiente paso, ahora enseñándole uno o varios ejercicios básicos de relajación. De esta manera, el niño aprende a ayudarse a sí mismo sin necesidad de que un adulto esté presente. Todos estos ejercicios requieren que usemos un tono de voz bajo, hablándole al niño de manera suave y gentil. Ese es el mismo tono de voz que queremos que el niño aprenda a usar para hablarse a sí mismo siempre. Amortiguando las luces o apagándolas, y manteniendo un ambiente callado ayuda a que el niño se concentre solo en nuestra voz mientras le hablamos. A continuación, ejercicios que el niño puede usar para «soltarse» y serenarse «durante la tormenta» (Cuando ya se siente estresado).

Ejercicios de respiración

Los ejercicios de respiración son nuestra primera línea de defensa para ayudar a un niño a que «suelte el coraje» y se relaje. Tus hijos o alumnos pueden practicar sus ejercicios de respiración sentados en sillas o pupitres, en el suelo, acostados o reclinados, incluso de pie o parados. Es preferible que cierren los ojos durante el ejercicio, pero si un niño lo prefiere puede mantener sus ojos abiertos. Algunos ejercicios de respiración que podemos usar son:

  • Para enseñar a la niña a que respire rítmicamente o subidas y bajadas rítmicas del abdomen, le decimos: «Respira con las olas… Vienen y van... Vienen y van…». Esto se repite varias veces, usando palabras suaves que acompañan nuestro ritmo lento y moderado (calmado). Sin necesidad de ninguna otra palabra, una respiración lenta, suave y rítmica de por sí ayudará a la niña a relajarse y a soltar la tensión de los músculos.
  • Le decimos a la niña que cuente sus respiraciones len-ta-men-te del uno al diez, enfocándose en los números.
  • El niño puede «tomar respiraciones grandes» (llenando sus pulmones lo más que pueda), lentas y profundas.
  • Enseñamos la técnica de la respiración profunda, haciendo que los niños inhalen o tomen la mayor cantidad de aire que puedan de un solo golpe, entonces exhalan o sueltan el aire len-ta-men-te (lo más lento posible).
  • Le decimos al niño que tome una respiración profunda y que la aguante por 10 segundos (contando mentalmente o contamos por el niño). Entonces el niño deja salir el aire suavemente por la nariz (con la boca cerrada).
  • Enseñamos a la niña a inhalar profundamente a través de los orificios en la nariz, exhalando lento a través de la nariz o por la boca.
  • Decimos: «Toma una respiración profunda por tu nariz y ve soltándola lentamente por la boca… Ahora toma otra respiración profunda y suéltala... Quiero que prestes atención a la manera en que tu cuerpo, como si fueras una hojita en un árbol moviéndote con el viento, empieza a mecerse suavemente… Hacia delante y hacia atrás… Gentilmente… como las olas del mar. Se siente bien, ¿verdad? Ese ‘rico bailecito’ te está ayudando a soltar tu cuerpo y ya te estás sintiendo más tranquilo y más relajado».
  • Podemos aumentar la sensación de relajación de la niña contando en voz alta del uno al cinco (o del uno al diez dependiendo de sus expresiones faciales y corporales), con un intérvalo de tres segundos entre los números. Con cada número que decimos, la niña inhala o toma aire. Cuando la niña exhala o suelta el aire, sugerimos que su cuerpo se está soltando, sintiéndose más relajada (serena, tranquila) cada vez.
  • Decirle al niño que se siente de manera cómoda, entonces le decimos: « ¿Puedes prestarle atención a tu respiración? Viene… y se va… Viene de nuevo… y se va otra vez… Adentro… afuera… Adentro… Afuera… Ahora, según vas notando tu respiración, empieza a contar cada vez que respiras hacia adentro… 1… 2… cuenta hasta 10, entonces vuelve al 1 y cuenta otra vez hasta 10… No importa si te distraes un poquito (eso nos pasa a todos), solo regresa al 1 y empieza a contar otra vez».
  • Ayudar a la niña a enfocarse, contando mientras inhala (aire adentro) y pensando o diciendo en voz baja la palabra relájate mientras exhala o suelta el aire. También puede usar una frase como me relajo o me suelto, o una oración como «Me estoy sintiendo mejor». Si lo necesita, la niña puede llegar al 10 y regresar al uno en un ciclo continuado.

Todos estos ejercicios pueden repetirse mientras sentimos que el niño o la niña se beneficia del mismo. Cuando observamos un cambio positivo en sus expresiones faciales y corporales (más sereno) podemos concluir el ejercicio, felicitando al niño o niña por su autocontrol.

Usando una palabra o una señal (relajación «on cue»)

Una vez nuestra cabecita caliente se familiariza con los ejercicios de respiración, podemos añadirle una palabra clave o señal como recordatorio para que el niño use la relajación por respiración junto a una palabra o frase positiva que lo ayude a calmarse y a ganar autocontrol. Un procedimiento que el niño puede usar es el siguiente:

  • Hacer que el niño le preste atención a su respiración (aire adentro-aire afuera) al mismo tiempo que susurra su palabra clave o señal con cada exhalación.
  • Durante los primeros cinco pareos (exhalar-palabra clave), el adulto repite en voz alta la señal o palabra clave, asegurándose de que la palabra clave esté a la par con la exhalación del niño. Ejemplos de palabras claves son: relájate, enfríate, control/contrólate, calma/cálmate y cógelo suave.
  • El niño continúa de manera independiente por 15 pareos más.
  • Le damos unos minutos al niño para que note el sentimiento general y las sensaciones asociadas a la relajación. Gentilmente, evocamos sensaciones cálidas y serenantes que empiezan a invadirlo en cuerpo y mente.
  • Hacemos que el niño complete 20 pareos (exhalar-palabra clave) adicionales.
  • En un procedimiento similar, el niño toma una respiración profunda, la aguanta adentro por dos-tres segundos y entonces la deja salir lentamente. Al exhalar, el niño se concentra en la palabra clave, soltando el cuerpo desde la cabeza a los pies.
  • Otra opción es hacer que el niño inhale por tres segundos mientras cuenta mentalmente (1, 2, 3…), entonces exhala (también por tres segundos), ahora contando 3, 2, 1. Con cada ciclo de seis segundos el niño se dice a sí mismo «relájate». Esta repetición en sí misma promueve la relajación muscular; la palabra relájate a su vez sirve como un gatillo que estimula y dispara el estado de relajación asociado a la respiración rítmica y profunda.

En el caso de niños con problemas de coraje recurrente, estos ejercicios de relajación (la respiración rítmica con una palabra clave o señal) son recomendados para uso diario (15-20 minutos cada día).

La relajación muscular (tensando y soltando los músculos)

Para una relajación más profunda, podemos enseñar a los niños la técnica conocida como tensar y soltar los músculos. Aquí concentramos en áreas como la nuca, los hombros, los brazos, las manos, las caderas y las piernas. Uno a la vez, la niña tensa cada músculo por cinco segundos, mientras se concentra en la sensación dura y rígida en el músculo tensado. Entonces, la niña suelta la tensión, disfrutando del sentimiento de relajación que llega al músculo. El adulto puede guiar a la niña, diciendo cosas similares a: «Me pregunto si te vas a dar permiso para disfrutar la manera en que, de manera tan natural y fácil tus (hombros, piernas…) se van soltando y se van relajando», « ¡Qué bien te sientes ahora que notas que estás suelta y relajada, y no como antes que te sentías tirante y tensa!», «Es tan agradable darnos cuenta de que es mucho mejor sentirnos tranquilos y relajados a sentirnos molestos y tensos».

Para aún mayor profundidad, podemos añadir: «Me parece que ya estás lista para dejar ir todo ese viejo coraje y esa molestosa tensión que te incomodaba. ¡Se siente tan bien cuando dejamos ir lo que no necesitamos! Esta es la forma en que te quieres sentir: en calma, suelta, en control y relajada, pero sobre todo, quieres sentirte relajada».

Con niños más pequeños, usamos la técnica del muñeco de trapo y el robot. Le decimos al niño que ponga tenso (estire, ponga rígidos o apriete) todos los músculos en su cuerpo y se vea a sí mismo como un robot rígido (no puede doblar brazos ni piernas). Hacemos que el niño sostenga ese estado por 15 segundos. Entonces le decimos que se vea a sí mismo como un muñeco de trapo con todos sus músculos flojos, blandos y sueltos. Mantenemos al niño en este estado de flojera y relajación por 15 segundos adicionales y lo continuamos practicando mientras el niño lo necesite. Enseñamos al niño a usar este ejercicio de manera independiente, o sea, siempre que lo necesite y sin necesidad del adulto presente.

 

 

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Un informativo viaje dentro del fascinante mundo emocional del niño para entender los pensamientos y sentimientos que, de manera negativa o positiva, influencian su comportamiento. Aplicando los principios RET (pienso — siento — actúo), nuestros niños aprenden a superar los retos de sus situaciones personales difíciles, manejando mejor su mundo emocional.

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«RET: La fórmula para educar niños emocionalmente inteligentes» de Carmen Y. Reyes es una innovadora guía psicoeducativa para padres, maestros y otros profesionales al servicio de los niños. Por décadas, los maestros y personal auxiliar sirviendo a niños con necesidades especiales han usado intervenciones cognitivas-emotivas para ayudar a niños crónicamente disruptivos, en particular, niños con problemas de coraje recurrente y niños agresivos. Siguiendo un sistema de regulación emocional conocido como «Modelo ABC de las Emociones», los niños estresados aprenden cómo su conducta agitada en el punto C (la consecuencia) no es una reacción a lo que les pasó en el punto A (el antecedente), sino una reacción a lo que ocurrió en el punto B (el punto de sus creencias o beliefs en inglés); o lo que es lo mismo, la conducta alborotada del niño en C es una reacción a B; o sea, una respuesta a su creencia o a lo que el niño está pensando y creyendo sobre lo que le pasó. Más específicamente, los sentimientos de coraje del niño y sus conductas agresivas son consecuencia directa de ambos: (a) sus pensamientos negativos acerca de lo que le pasó y (b) su habla privada o personal negativa (las cosas negativas y pesimistas que el niño se está diciendo a sí mismo). Influenciándose mutuamente, los pensamientos negativos y su habla privada pesimista son creados y repetidos hasta la saciedad en la mente del niño en su punto emocional B, o en el nivel de sus creencias. Central a la filosofía RET está la premisa de que las cosas que nos pasan (los eventos) no son ni buenos ni malos; ni positivos ni negativos. Por lo tanto, los eventos no nos influencian; tampoco determinan nuestra conducta o las cosas que hacemos. Lo que verdaderamente nos influencia a comportarnos como lo hacemos es nuestra percepción e interpretación personal de A (del evento). Por ejemplo, al percibir el evento como «horrible y espantoso; una pesadilla», el niño «le pega una etiqueta negativa» a ese evento (el evento fue «humillante» para el niño), y entonces, el niño reacciona a su etiqueta (humillado y en actitud vengativa), en lugar de responder objetivamente al evento actual. Si pensamos esto más detenidamente, podemos darnos cuenta de que en esta premisa RET existe una poderosa idea: Nuestras emociones, positivas y negativas, no ramifican de nuestro medioambiente o de las cosas que nos pasan, sino de lo que pensamos y creemos acerca de las cosas que nos pasan. Esto conduce directamente a un segundo postulado, quizás más empoderante que el anterior: Todos tenemos un alto grado de control sobre la manera en que nos comportamos y sobre nuestra conducta en general. Si no nos gusta la forma en que nos estamos sintiendo (o comportando) en relación a un evento, todo lo que tenemos que hacer es cambiar la manera en que estamos pensando en relación a ese evento. En esta informativa guía en educación emocional, la autora detalla el procedimiento RET para niños, presentando intervenciones especialmente diseñadas para ayudar a los niños a tomar el mando de sus sentimientos, lo cual, por extensión, los ayuda a asumir sus responsabilidades personales y a reclamar el control sobre su propia conducta. El modelo RET y sus procedimientos son apropiados para manejar niños con problemas de coraje, con déficits en destrezas sociales/pobres interacciones, o simplemente para ayudar a niños con conductas típicas, pero que están batallando contra las preocupaciones y pesares inherentes a su crecimiento mental y emocional.

Tópicos desarrollados en esta guía:

Autocontrol

Autodisciplina

Autoeficacia

Autoestima del niño

Autoimagen del niño

Autonomía y responsabilidad

Pesimismo/Optimismo

Dando apoyo emocional al niño

Niños estresados

Manejo del coraje

Conducta del niño

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Inteligencia emocional

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