Reanimando y reconfortando a los niños con nuestros mensajes de aliento




Un mensaje alentador y esperanzador contiene las palabras que nuestros hijos o estudiantes necesitan escuchar para sentirse confiados en su habilidad para mejorar sus destrezas actuales, para adquirir nuevas destrezas o para resolver sus problemas personales (sociales y académicos). Todos los niños se benefician cuando nos escuchan decir que está bien que se equivoquen y que cometan errores, después de todo, intentarlo-equivocarse-y volverlo a intentar es el componente básico de todo aprendizaje. A través de múltiples ensayos con sus correspondientes errores, todos nosotros —los adultos al igual que los niños— aprendemos a dominar destrezas nuevas o difíciles. Maestros y padres podemos alentar a nuestros estudiantes o hijos a que permanezcan optimistas y perseveren en su esfuerzo por adquirir destrezas nuevas o para mejorar sus destrezas actuales. Por ejemplo, cuando Melinda fracasó en su examen de fracciones, con simplemente reorientarla, ajustando el enfoque de la niña del fracaso (lo que hizo mal, el error o el problema) a la esperanza (la confianza, el optimismo y en buscar la solución del problema), logramos maravillas en mejorar su actitud y su disposición, alimentando y aumentando la autoconfianza de Melinda. Lo primero que el adulto puede hacer es ayudar a Melinda a que perciba sus equivocaciones personales y académicas como algo externo a sí misma. Los atributos o características personales de Melinda son internos y son los que definen su identidad o personalidad, entre ellos, Melinda es amable, tiende a ser tímida, le gustan los animales, es curiosa y se empeña en aprender cosas nuevas. La niña también se siente insegura, creyéndose incapaz de sumar fracciones heterogéneas porque, de acuerdo a sus propias palabras, «Las fracciones no me entran». Melinda está atribuyendo su dificultad con las fracciones a una causa interna o a su personalidad, específicamente, para Melinda, su pobre inteligencia es la causa de sus dificultades con las fracciones. Las causas internas negativas y pesimistas son desmoralizantes para cualquier niño, pero, si logramos que Melinda atribuya su dificultad con las fracciones a una causa externa en lugar de a razones internas, podemos animarla para que enfrente esa y otras dificultades en su vida con mejor actitud y mayor perseverancia. De ahí la importancia de hacerle entender a nuestros niños que todo error o equivocación responde a causas externas, por ejemplo, podemos decirle a Melinda que ella no se preparó adecuadamente (no le dedicó el tiempo suficiente) o que no practicó correctamente (no usó un plan con estrategias) para su prueba de fracciones, estas son dos causas o razones externas (tiempo y tipo de práctica) que Melinda puede aprender a controlar. Esto nos lleva directamente al segundo factor importante para que la niña entienda: las causas externas se pueden controlar y cambiar; esto es, existe algo que la niña puede hacer para corregir el error. Específicamente, con esfuerzo, un plan de trabajo y estrategias, Melinda puede mejorar su habilidad para resolver fracciones. Estimulamos a los niños a que enfoquen en lo que se conoce como esfuerzo estratégico (esto es, siguiendo pasos específicos y usando estrategias) cada vez que les hablamos del trabajo que acaban de hacer. Entonces nos aseguramos de validar (aprobar) las cosas que ya han hecho bien, reconociendo y apreciando su esfuerzo por mejorar.

Otra manera de animar y vigorizar a nuestros estudiantes o hijos es ayudándolos a retirar su atención de la causa o la razón del problema para que la pongan en su meta o en lo que quieren lograr. Esto es, estimulando a los niños para que se enfoquen en (a) su aspiración o meta y en (b) lo que tienen que hacer (el procedimiento) para lograr eso que quieren. El rol del adulto se asemeja a un entrenador de deportes que presenta la menor crítica posible, pero asegurándose de brindar adecuada supervisión, directrices detalladas (estrategias y procedimientos) y toneladas de apoyo emocional. Similar al entrenador de deportes, identificamos y robustecemos las fortalezas actuales de Melinda (por ejemplo, la niña ya está motivada, es organizada, es perseverante y tiene buena memoria), ayudándola a identificar su conjunto de destrezas personales, o ese grupo particular de destrezas y de habilidades que Melinda ya tiene y que la ayudarán en su camino hacia adquirir o desarrollar sus habilidades académicas, y en alcanzar sus metas.

Ejemplos de frases y oraciones alentadoras que podemos decir a niños como Melinda para mantenerlos enfocados en su esfuerzo estratégico, son:

  • ¡Buen esfuerzo! No te preocupes por el pequeño error (minimizando el error).
  • Sigue tratando. Yo sé que en cualquier momento tú vas a encontrar la solución a este frustrante problema (empatizando con el niño; también le hacemos saber de nuestra expectativa positiva).
  • Sé que vas a encontrar una manera (expectativa positiva) para resolver/corregir esto.
  • Sigue trabajando; yo sé que encontrarás una solución (expectativa positiva). ¿Quieres mi ayuda? (También podemos preguntarle: « ¿Cómo te puedo ayudar?»).
  • Sigue trabajando; ya te falta un pequeño paso (minimizando el trabajo que le falta al niño). ¿En qué quieres que te ayude?
  • No te desanimes, todos nos equivocamos (normalizando el error). ¿Qué tú crees que has aprendido de este error? (Una buena pregunta para enseñarlos a reflexionar puede ser: « ¿Qué tú crees que puedes hacer diferente la próxima vez para que no cometas ese mismo error?»).

 

 

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Sin premios ni castigos: La ruta hacia una disciplina basada en consecuencias

En realidad, todas nuestras reacciones en la vida, positivas y negativas, son una consecuencia. Cuando entramos en la habitación de nuestro hijo y le sonreímos ampliamente porque vemos la habitación ordenada sin que se lo hayamos pedido, eso es una consecuencia positiva. Dos horas más tarde, cuando le ponemos mala cara y refunfuñamos porque encontramos sus platos sucios en el fregadero y residuos de su almuerzo sobre la mesa, eso también es una consecuencia, ahora de carácter negativo.

Cuando usamos consecuencias para disciplinar a los niños, no solo les estamos enseñando a cumplir con sus obligaciones de manera responsable, sino que también los motivamos a mirar dentro de sí mismos para reflexionar sobre cómo pueden hacer las cosas mejor en el futuro. El poder real detrás de la disciplina basada en consecuencias es enseñar a los niños que sus conductas tienen consecuencias, no solo para sí mismos, sino también para los demás, y que tienen que pensar sobre eso antes de que actúen. De la misma manera, los niños aprenden a «rendir cuentas» por su conducta una vez crearon un desorden.

El aprendizaje básico para nuestros niños es como sigue: Todo lo que elegimos hacer siempre conduce a una consecuencia, ya sea positiva o negativa. Este primer tipo de consecuencias se conoce como consecuencias naturales y ocurren de manera automática, sin que los adultos tengamos que intervenir. Por ejemplo, si está lloviendo y el niño no usa su impermeable, el niño se mojará; tan simple como eso. Desde una temprana edad los adultos podemos empezar a enseñarles a los niños importantes lecciones que los capacitarán para toda su vida, ayudándolos a concluir que tomar decisiones responsables conduce a consecuencias positivas; por el contrario, un comportamiento mal orientado con selecciones de conducta pobres es la ruta más corta hacia las consecuencias negativas. Pensar y entender la consecuencia futura, por lo tanto, influencia la conducta futura del niño. Y ese es el origen de la motivación interna y de la autodisciplina en los niños.

Al siguiente tipo de consecuencias se le conoce como consecuencias lógicas. Es a partir de este momento que la intervención del adulto empieza. Si la niña no se viste apropiadamente para el clima frío y húmedo del exterior, simplemente no sale. Si no limpia los residuos de plastilina después que terminó de jugar, el adulto lo hace, pero entonces la niña no está autorizada a usar la plastilina por dos semanas. Este es el tipo de consecuencias que usamos cuando existe un asunto específico y las consecuencias son claras. Al tercer y más complejo tipo de consecuencias se le conoce como consecuencias impuestas no relacionadas. Usamos este tipo de consecuencias cuando no nos sentimos seguros respecto a lo que podemos hacer; también cuando existe más de una infracción por parte del niño. Resumiendo, las consecuencias (naturales e impuestas) son los resultados positivos o negativos de nuestra conducta. Experimentar las consecuencias por su conducta brinda a los niños la oportunidad de pensar sobre lo que hicieron y cómo pueden enmendar lo que hicieron cuando el resultado no es satisfactorio. La fórmula no puede ser más simple: usamos consecuencias positivas para reforzar la conducta de los niños e imponemos consecuencias negativas para desalentar su conducta negativa.

No «doremos la píldora», sabemos bien que existen niños que no responden de la manera que esperamos a las consecuencias, particularmente si las mismas son desagradables para ellos (impuestas no relacionadas). Una queja común en muchos padres es: «Si ya le he quitado todo lo que le puedo quitar a mi hijo y los problemas persisten, entonces, ¿cómo lo disciplino?». En esta guía de autoayuda para padres y maestros encontrarán numerosas pautas y estrategias para estos desalentados adultos.

Ayudamos más a un niño que se siente frustrado y enojado cuando, con nuestras palabras y acciones lo apoyamos emocionalmente, enfocándolo en cómo puede manejar mejor su conducta agresiva y sus sentimientos hostiles. El mejor mensaje para darle a un niño ya agitado o consternado no es otro que: «Vamos a solucionar esto juntos». Los modelos RET y SPS introducidos en «Sin premios ni castigos: La ruta hacia una disciplina basada en consecuencias» nos orientan en cómo desarrollar destrezas para apoyar emocionalmente a los niños.

Tópicos desarrollados en esta guía

Autocontrol

Autorregulación emocional

Inteligencia emocional

Motivación extrínseca/Motivación intrínseca

Disciplina a corto plazo/Disciplina a largo plazo

Crítica negativa/Crítica positiva

Pautas para criticar/elogiar/animar a los niños

Consecuencias naturales

Consecuencias relacionadas o lógicas

Consecuencias negativas/Consecuencias positivas

Consecuencia impuesta relacionada/Consecuencia impuesta no relacionada

El uso del tiempo fuera

La suspensión de privilegios

Aprendiendo a usar el mandato alfa

Intervenciones especiales para niños que no responden bien a las consecuencias

Cuando las consecuencias impuestas no mejoran la situación: Cómo desarrollar un diálogo orientado hacia la solución del problema

Dándole apoyo emocional al niño

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