Díselos en una sola palabra y te escucharán más
¿Cansada de que los mensajes que diariamente le das a tus hijos (en particular pedirles que hagan algo y darles órdenes) parecen «caer en oídos sordos», lo que se traduce en niños que no escuchan y adultos frustrados? Aceptémoslo, el trabajo de disciplinar puede ser tedioso, es lento, y al tomarnos tanto tiempo, puede ser extenuante. Esto se complica por el simple hecho de que, a partir de la quinta o sexta palabra que sale de nuestra boca, ¡el niño deja de escucharnos! En otras palabras, a más largo y elaborado nuestro mensaje, menos nos escuchan los niños, y menos efectiva resulta nuestra disciplina. Eso explica la futilidad de nuestros largos discursos y tediosas reprimendas; la clave para que los niños nos escuchen está en la simplicidad y brevedad de nuestro mensaje, no en su complejidad ni larga duración. Ser breve, entonces, se convierte en un arte: el arte de la buena disciplina, donde hablando menos decimos más, pero en menos tiempo. Y no es tan difícil como parece, solo hay que practicarlo. Aquí hay algunos ejemplos:
- «Puerta». (Cierra la puerta).
- « ¡Para!». (Deja de hacer eso).
- «Abrigo». (No salgas sin tu abrigo).
- «Juguetes». (Recoge tus juguetes del piso).
- «Baño». (Es la hora del baño).
- «Voz». («Baja la voz» o «Habla bajito»).
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