Corrigiendo y redirigiendo la conducta de los niños: La técnica del boomerang



No existe técnica disciplinaria más novedosa (y divertida) que aquella donde «bumerizamos» al niño, para, como un boomerang, devolverle sus propias palabras, pero esta vez incluyendo nuestro comentario corrector. Por ejemplo, si el niño dice, « ¡Esto es difícil!», le contestamos: «Sí, entiendo que se ve difícil, pero a ti no te gusta hacer cosas de niño pequeño ni cosas fáciles». Podemos «bumerizar» al niño un paso más, preguntándole por sus ideas para solucionar el problema o para resolver la situación. Ejemplos:

 Penélope: ¡El señor Chang es tan aburrido! ¿Para qué necesito algebra en primer lugar? Solo me interesa pasar esa clase para que ese maestro me deje en paz.

Consejero: Sí, eso suena como una buena razón. ¿Y qué tú crees que puedes hacer para lograr que el señor Chang te deje tranquila?

Adolfo: ¡La señora de la cafetería la tiene conmigo! ¡Quiero que ya deje de molestarme!

Mamá: Estoy segura que te gustaría eso. ¿Qué tú crees que la señora de la cafetería te pediría que le dijeras o que hicieras para que ella deje de molestarte?

Al usar las propias palabras del niño para articular nuestro mensaje, estamos concediendo que el niño (en parte) tiene razón. Pero entonces, en el momento exacto en que le «pegamos» o le añadimos lo que queremos que el niño haga, por virtud de nuestra concesión previa, nuestro comentario corrector a su vez es correcto, resultando mucho más difícil para el niño de disputar.

 

 

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