Cuando las emociones duelen: Cómo ayudar a los niños a recuperarse de sus sentimientos negativos
Ayudarlo a procesar sus sentimientos negativos de una manera constructiva. Es importante que el niño entienda que sus emociones negativas (p. ej. coraje, miedo, vergüenza) NO son mala conducta y no pueden herir a otros; negarlas y suprimirlas, sin embargo, nos puede lastimar.
Escucharlo,
escucharlo, escucharlo. Esto suena más fácil de lo que resulta. Lo cierto es
que muchas veces, para el protector adulto, esto es lo más difícil de lograr.
Escuchamos al niño para entenderlo,
no para defender nuestro punto de vista. Le damos su espacio emocional, y
dejamos que nos hable sobre la situación. Es importante que el niño sienta que,
cualquier cosa que tiene que decir, nos la puede decir, sin sentirse
intimidado, mucho menos juzgado por nuestra reacción. Esta tarea se nos
facilita cuando entendemos que nuestro rol
principal es escuchar. En este momento, resulta más valioso para el niño
escuchar un «Hmm, sigue…», un «Te escucho…» o un «Dime más…» que recibir un
consejo a destiempo.
Reconfortarlo,
ofreciéndole nuestro apoyo emocional. Nada más alentador para un niño atribulado como saber que sus
sentimientos negativos son normales
(nos pasa a todos), y que sus sentimientos son validados (respetados y aceptados). Validamos los sentimientos del
niño cuando le decimos frases como: «Puedo ver que sientas de esa manera. Tu hermanito
cogió tu juguete sin tu permiso y ahora tu juguete está roto».
Tranquilizarlo,
asegurándole que sus sentimientos son pasajeros:
«Este sentimiento no durará para siempre. Este sentimiento pasará y pronto te sentirás mejor».
Apoyarlo,
diciendo: «Está bien que te sientas afectado; es bueno que dejes
salir tus sentimientos».
Empatizar,
comunicándole al niño que lo entendemos: entendemos que es una experiencia
desagradable para él y que está
en todo su derecho a sentirse herido, ofendido o molesto.
Acompañarlo
en pensamiento y en emoción, diciéndole: «Estoy aquí para ti. Me quedaré a tu lado (o
cerca) hasta que te sientas mejor. Si me necesitas, llámame».
Enfocarlo
en sus emociones. Lo que queremos evitar es que sus emociones negativas agobien
al niño, al extremo de agitarlo más y más. Una manera de «transitarlo» serenamente por el mundo de sus emociones, es preguntándole, «
¿Cómo sentiste cuando eso pasó?».
Presten atención a la pregunta: el niño (no otra persona ni el evento) es el
responsable absoluto por sus sentimientos. De esta manera, forzamos al niño a
que separe y evalúe sus emociones,
sin añadir emociones extras dirigidas «al culpable».
Enseñarle a identificar y «etiquetar» (nombrar) sus emociones correctamente. Existe un
inmenso mundo emocional «allá
afuera», cada
emoción con su propio nombre, reflejo de su intensidad y particularidad. En
adición a los típicos « (Me
siento) bien» y « (Me
siento) mal», los niños pueden sentirse: atribulados,
maravillados, asustados, inseguros, culpables, frustrados, avergonzados,
curiosos, enojados, asombrados, resentidos… el cielo es el límite. Una de las
razones principales por las cuales los niños «actúan»
sus emociones, es debido a su dificultad para identificar la emoción correcta
que están sintiendo en el momento. Cuando las palabras faltan, las acciones (gritar,
romper, golpear, patear) las reemplazan. Por el contrario, cuando los niños
aprenden a nombrar sus emociones correctamente, se sienten mejor, y su conducta
mejora.
Cambiar
su actitud, dándole una nueva definición a la emoción o al evento estresante;
por ejemplo: «Podemos
convertir esto en nuestra roca, fuerte y sólida».
Redirigir
su atención, por ejemplo, « ¡Mira ese conejito verde!».
Redirigir su
conducta, diciendo: «Está bien que te sientas de esa manera. No está bien, sin
embargo, que hagas cosas que puedan lastimar a otros (p. ej. golpear a tu
hermano ni decir groserías)».
Redirigirlo hacia
otra actividad, ejemplos, respirar profundo, tomarse un receso, sentarse,
caminar o pausar por unos minutos.
Redirigirlo hacia
otra actividad, por ejemplo, hacer un dibujo que demuestre cómo se está
sintiendo (niño con coraje).
Alentarlo, usando
frases como «Tú eres un niño bueno y noble. Tenías coraje; tú no quisiste
decirle esa palabras feas a tu hermano».
Motivarlo,
creando la actitud del « ¡Vamos a hacerlo otra vez!». (Pero ahora, mejor).
Ayudarlo a reparar su error, preguntándole: « ¿Qué
tú crees que puedes hacer ahora para hacer que tu hermanito se sienta mejor?».
Ayudarlo a reflexionar, contestando preguntas como:
¿Qué podemos aprender de esto? ¿Cuál es nuestra lección en esto? ¿Qué esta
emoción te está tratando de decir?
Prepararlo para
el futuro. Con esta simple pregunta: « ¿Qué tú crees que puedes hacer si algo
así pasa otra vez?», lo ayudamos a proyectarse hacia el futuro, pensando en cómo
manejar mejor la situación la próxima vez. Aquí ayudamos al niño a crear un plan simple (2-3 pasos) para
aprender de sus errores y seguir adelante.
Cerrar con un «Lo
recordarás la próxima vez».
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Educación
> Autoayuda > Disciplina > Emociones del niño
RET:
La fórmula para educar niños emocionalmente inteligentes
Una
guía psicoeducativa para padres y maestros
Un
informativo viaje dentro del fascinante mundo emocional del niño para entender los
pensamientos y sentimientos que, de manera negativa o positiva, influencian su
comportamiento. Aplicando los principios RET (pienso — siento — actúo), nuestros niños aprenden a superar los retos
de sus situaciones personales difíciles, manejando mejor su mundo emocional.
Tópicos
desarrollados en esta guía:
Autocontrol
Autodisciplina
Autoeficacia
Autoestima
del niño
Autoimagen
del niño
Autonomía
y responsabilidad
Pesimismo/Optimismo
Dando
apoyo emocional al niño
Niños
estresados
Manejo
del coraje
Modificación
de conducta
Educación
emocional
Pensamiento
y razonamiento crítico
6x9/122
págs.
En
formatos impreso y digital
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