Enseñando a los niños a reemplazar una conducta problemática por conducta positiva




Seremos mucho más exitosos al modificar conducta en un niño excitable, impulsivo o particularmente disruptivo si en lugar de enfocar en disciplinarlo enfocamos en sugerirle alternativas o conductas que puede usar para  reemplazar la conducta problemática que queremos eliminar. La mejor alternativa, o conducta de reemplazo, que podemos sugerirle al niño es aquella conducta que el niño siente que puede hacer; esto es, el niño cree que la conducta que le proponemos está a su disposición. Un segundo factor necesario para cambiar conductas problemáticas es hacerle entender al niño que la alternativa o reemplazo que le sugerimos satisface las mismas necesidades emocionales que se satisfacían con su conducta previa. Por ejemplo, cuando Enrique golpea la pelota de baloncesto sobre la pared de su habitación, su mamá le recuerda que tiene la alternativa de golpear la pelota contra la pared del garaje. Sin conflicto ni regaño, la mamá de Enrique redirecciona al niño hacia una alternativa que les gusta a ambos, y en Enrique, cumple la misma función emocional de la conducta original: divertirse. Porque todo lo que el niño quiere es “matar su aburrimiento”. No importa si Enrique golpea la pelota contra la pared de su habitación o contra la pared del garaje, el niño se divierte igual. Es por eso que siempre es importante saber lo que el niño quiere o lo que el niño necesita. Cuando entendemos su necesidad emocional, podemos identificar y sugerir otras alternativas para conseguir lo que quiere. A continuación, algunas directrices:


  • Al sugerir una alternativa, debemos hacerlo desde la perspectiva o el punto de vista del niño (lo que satisface su necesidad emocional), no desde la perspectiva del adulto, o lo que el adulto quiere. En el ejemplo anterior, Enrique busca divertirse (su necesidad emocional); su mamá, sin embargo, quiere silencio (la necesidad emocional de la mamá). Cuando la mamá desvía al niño hacia el garaje, el ruido continúa para la mamá, pero la necesidad emocional de Enrique se satisface.

  • De manera similar, cuando identificamos aspectos positivos en la alternativa, o aspectos positivos en la conducta de reemplazo, debemos hacerlo desde el punto de vista del niño, o desde lo que es importante y relevante para él, aunque para nosotros no tenga el mismo valor. Por ejemplo, Cecilia quiere ser estimada y popular entre sus amigos, pero sus constantes argumentos y peleas con sus amistades se lo impiden. La consejera escolar planifica una sesión con Cecilia y la ayuda a identificar alternativas que la ayudarán a obtener exactamente lo que Cecilia desea; esto es, cosas que ella puede hacer y que están dirigidas específicamente a aumentar la popularidad de Cecilia dentro de su grupo social. Durante esta intervención, la consejera escolar se asegura que Cecilia entiende el valor de la nueva conducta o alternativa en ayudarla a conseguir lo que es importante para ella.

  • Para desarrollar autoconocimiento en Cecilia, así como enseñarle destrezas en solución de conflictos, podemos preguntarle: “¿En lugar de sentir coraje, qué crees que puedes hacer para expresar tu punto de vista?”. Alternativamente, le preguntamos: “¿Qué crees que puedes hacer para conseguir lo que quieres?”.

  • Junto a Cecilia, podemos preparar una lista de alternativas o de conductas positivas que pueden reemplazar y eliminar su conducta o conductas problemáticas.

  • Con un niño con coraje o agresivo, podemos sugerirle alternativas como: “No puedo permitir que golpees a otros niños, pero puedes golpear este peluche”, “Puedes amasar esta plasticina (plastilina); haz todo el ruido que necesites hacer” o “Puedes hacer un dibujo que muestre lo que estás pensando/sintiendo en este momento”.

  • Para enseñar al niño a desarrollar pensamiento alternativo o pensamiento divergente, le podemos preguntar: “¿De qué otra manera puedes ver (o interpretar) este problema (o situación)?”. O preguntar: “¿De qué otra manera puedes pensar acerca de esto?”.

  • Si el niño muestra dificultad en proveer alternativas, podemos usar la técnica conocida como “pretende que sabes”. Le decimos al niño: “Pretende que sabes; dime cómo se hace el primer paso (o los primeros pasos)”. De ser necesario, le susurramos al oído sugerencias y decimos: “¡Wow, tú sí sabes! Ahora vamos a terminarlo…”.


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RET: La fórmula para educar niños emocionalmente inteligentes
 
Una guía psicoeducativa para padres y maestros

Un informativo viaje dentro del fascinante mundo emocional del niño para entender los pensamientos y sentimientos que, de manera negativa o positiva, influencian su comportamiento. Aplicando los principios RET (pienso siento actúo), nuestros niños aprenden a superar los retos de sus situaciones personales difíciles, manejando mejor su mundo emocional.

Tópicos desarrollados en esta guía:
Autocontrol
Autodisciplina
Autoeficacia
Autoestima del niño
Autoimagen del niño
Autonomía y responsabilidad
Pesimismo/Optimismo
Dando apoyo emocional al niño
Niños estresados
Manejo del coraje
Modificación de conducta
Educación emocional
Pensamiento y razonamiento crítico

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